El arco de entrada a la villa, ubicado en el suroeste de la población, es una joya arquitectónica que te da la bienvenida con elegancia y significado histórico. Construido con la solidez de la sillería, este arco se convierte en un umbral que nos da la bienvenida a un mundo de encanto.
Hacia el exterior, un arco de medio punto, majestuoso y rematado por una hornacina y un pequeño pináculo barroco, te invita a cruzar la línea del tiempo. Observarás con asombro el escudo de la localidad con dos peces superpuestos mirando en direcciones opuestas, un emblema que narra su historia y que ostenta con orgullo una fecha grabada en piedra: 1788. Un testimonio de siglos de evolución y legado.
Desde este punto podemos ver un alto campanario.
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Se trata de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Te animamos a subir y descubrir las impresionantes vistas de su mirador, así como el secreto que se esconde en los pies de la Iglesia.
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Al adentrarte intramuros, el arco se transforma, su forma se rebaja, pero su elegancia persiste. Es como si pasaras de un capítulo histórico a otro, manteniendo la conexión con el pasado en cada piedra.
Este arco es más que una puerta, es un guardián de la historia y la cultura de la villa. Es un tesoro que perdura en el tiempo, recordándonos la importancia de preservar nuestro patrimonio histórico y cultural.
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