Antiguo Convento De San Francisco / Lo Convent

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En lo más alto del pintoresco pueblo, donde las historias del pasado se entrelazan con el presente, se alzan los vestigios del antiguo convento de San Francisco, una joya construida en pleno siglo XVI. Con una de sus fachadas abrazando la tranquila Plaza de la Iglesia, este edificio evoca una época de esplendor.

En sus primeros días, este edificio era un convento franciscano, una maravilla arquitectónica que seguía el estilo renacentista de la época. Sin embargo, la historia y el tiempo tomaron su curso, y en la primera mitad del siglo XIX, durante las desamortizaciones de los bienes de la iglesia bajo el mandato del ministro Mendizabal, el convento pasó a manos privadas. En la actualidad, ha sido transformado en tres viviendas particulares, pero su esencia histórica perdura.

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Frente a la iglesia en la fachada norte, se encuentran restos de una posible torre de vigilancia y un escudo con símbolos franciscanos. Un arco de medio punto con grandes dovelas fue parcialmente cegado en su parte inferior para elevar el nivel de la plaza conocida como “lo Planet”. En la fachada sur, se realizaron notables modificaciones, incluyendo la adición de dos nuevas entradas, la transformación de ventanas en balcones y el desarme de un balcón más grande, aunque se conservan partes del solado y ménsulas. Estos cambios reflejan la adaptación y evolución de la arquitectura a lo largo del tiempo.

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A pesar de las transformaciones, el antiguo convento aún susurra su historia a aquellos que lo contemplan. La piedra de sillería con la que fue construido, un testimonio de la habilidad de los antiguos artesanos, todavía se yergue como un recordatorio de su grandeza. Aunque sus paredes ahora albergan viviendas, este edificio antiguo sigue siendo un faro de la historia, un lugar donde el pasado se entremezcla con el presente y donde cada piedra cuenta una historia de fe, arte y evolución.

La orden religiosa de los franciscanos tenía un fuerte vínculo con la región, ya que además de poseer un convento en la vecina población de Horta de San Juan, en el siglo XVIII se construyó en Lledó una ermita dedicada a una de las santas más veneradas en la tradición franciscana, Santa Rosa de Viterbo. Esto sugiere que estas comunidades religiosas estaban interconectadas y que compartían una devoción común.

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