Ermita de San Miguel

Ver en el mapa

A unos 500 metros de la población se encuentra una modesta pero robusta construcción de mampostería. Presenta una planta rectangular y consta de una sola nave, con una cubierta interior de bóveda de medio cañón. Adosada a la ermita se encuentra la casa del ermitaño, cuya tarea era tocar las campanas varias veces al día para marcar las horas a la población. A cambio, los vecinos le aportaban donaciones voluntarias. La última ermitaña, que vivía en la ermita, bajó a vivir al pueblo, pero continuó subiendo a tocar las campanas hasta la década de 1960.

A principios del siglo XVIII, Miguel de Villarroya, un habitante del entonces barrio de La Portellada (perteneciente a La Fresneda), financió la construcción de esta ermita dedicada a la advocación de su santo. Además, generosamente cedió tierras cuyos ingresos se utilizaron para el mantenimiento del santuario. Desde aquellos días tempranos, esta ermita ha sido un lugar de devoción y escenario de romerías que perduran en el tiempo.

La ermita ha sido preservada y restaurada gracias a la dedicación de una asociación cultural. El paso del tiempo y las consecuencias de las guerras habían dejado a la ermita en un estado cercano a la ruina. Sin embargo, en 1987-88, la junta de esta asociación, junto con otros voluntarios, llevaron a cabo una restauración que devolvió su esplendor a este lugar histórico.

Además de la restauración de la ermita, la asociación construyó dos miradores que ofrecen vistas impresionantes y un área recreativa con atracciones para los niños. Un esfuerzo extraordinario para mantener viva la herencia cultural y ofrecer un espacio de esparcimiento para la comunidad.

Hay un alimento relacionado con la romería de esta ermita.

¿Te gustaría saber cuál es?

Haz clic para descubrir que alimento es

El día de San Miguel, 28 de septiembre, se hace la romería a esta ermita; junto a continuación de las Fiestas Mayores. Después de la misa, se reparte el tradicional “pa amb oli” (pan con aceite).

Sigue leyendo

La ermita también tiene una historia de servicio comunitario. Durante la epidemia de cólera en 1885, se convirtió en un hospital de cuarentena, donde los vecinos del pueblo proporcionaban alimentos a los enfermos, dejándolos a medio camino para minimizar el riesgo de contagio.

En el camino que conduce a la ermita, se encuentra un vía crucis que ha sido restaurado en los últimos años. La tradición de “ir a hacer los cruces” se mantiene hasta hoy, con personas subiendo a lo largo de la Cuaresma, especialmente los domingos, hasta el Viernes Santo. Una historia de servicio, comunidad y tradición arraigada en este lugar especial.