La ermita de San Rafael Arcángel en Ráfales es un edificio interesante desde el punto de vista arquitectónico y cultural. Su historia se remonta al siglo XVIII, y a lo largo de los años ha experimentado varias reformas que le han dado su aspecto actual. Es una construcción de una sola nave dividida en cuatro tramos, con arcos de diafragma que corresponden en el exterior con contrafuertes. La mezcla de materiales, como la mampostería y la piedra de sillería en las esquinas y contrafuertes, le confiere un aspecto singular. El techo es de madera y la cubierta es a dos aguas.
La puerta de acceso, con su característica madera con clavos de forja, se encuentra en un lateral de la ermita y está protegida por un porche adintelado sostenido por pilares y una columna que parecen ser reciclados de otras construcciones.
Cerca de la ermita encontramos dos cuevas con nombres muy interesante que hace referencia a su función.
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En el entorno de la ermita, encontramos una balsa excavada en la roca para el abastecimiento de agua y dos cuevas llamadas la de l’Abella (abeja) y la del Moro, que se utilizaban para resguardar ganado y, en el caso de la primera, cajas de abejas.
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Junto a la ermita, se ubica la casa del ermitaño, que solía estar habitada hasta el siglo XX. Los ermitaños no solo cuidaban del edificio, sino que también tenían funciones como regular las horas de trabajo y descanso mediante el toque de campanas o actuar en caso de emergencias.
La festividad de Sant Rafalet se celebra en el fin de semana más cercano al 24 de octubre con una romería y una comida popular en la ermita. Aunque la tradición de encender hogueras en el camino desde el pueblo se ha perdido, aún se mantiene la costumbre de hacer una hoguera en el pueblo durante esta festividad.
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