La comarca del Matarraña alberga numerosas ermitas que, además de servir para propósitos religiosos, son destacadas por su valor arquitectónico y las tradiciones populares que les están asociadas.
La devoción de Torre de Arcas a San Bernardo, el patrón de la localidad a quien está dedicada tanto esta ermita como la iglesia parroquial, tiene una larga historia.
Las referencias documentales datan del año 1324, mencionando la existencia de una capilla en este lugar que precedió a la construcción de la ermita. También se hace referencia a la creación de la Cofradía de San Bernardo. Esta cofradía estuvo activa al menos hasta finales del siglo XVIII, cuando se inició la construcción del edificio actual.
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La ermita presenta un estilo barroco tardío y fue construida entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, como lo indican las inscripciones en la fachada con las fechas de 1798 y 1801. Su arquitectura se distingue por la forma de la planta, que es octogonal alargada, con la nave central con forma de elipse y tres capillas adosadas en cada uno de los laterales. La cúpula es una característica destacada de la ermita.
Durante la Guerra Civil (1936-1939), gran parte de la imaginería y muchas de las pinturas fueron destruidas. Sin embargo, se conservan murales datados en 1847 que decoran la cúpula y el tambor. Estas pinturas representan personajes femeninos del Antiguo Testamento en la cúpula y escenas de la vida de San Bernardo en el tambor.
En la actualidad, la población mantiene la tradición de realizar una romería a la ermita el 22 de agosto, como parte de las celebraciones de las Fiestas Mayores, que tienen lugar en torno al día de San Bernardo, el 20 de agosto. Tras la misa, se reparten licores y pastas típicas entre los asistentes.
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