La capilla del Pilar, erigida a finales del siglo XVII, marca el inicio de un período de gran fervor cristiano y el apogeo del estilo barroco en La Fresneda. Esto se refleja en la reconstrucción y expansión de sus edificios religiosos más destacados a partir de esa época y durante el siglo XVIII, incluyendo la Iglesia parroquial, la ermita de la Virgen de Gracia y la ermita de Santa Bárbara.
La capilla del Pilar se encuentra ubicada en lo que solía ser la antigua plaza del Sanctus (actualmente la plaza del Pilar). Es probable que esta capilla ocupara el lugar de otra anterior dedicada a San Bartolomé, aunque no existen registros documentales de esta última, a diferencia de la capilla actual, que está bien documentada a partir del siglo XVIII. Esta construcción sólida de estilo barroco presenta una bóveda de cañón y un crucero, con una cúpula sostenida por pechinas decoradas en honor a la Virgen María.
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Sus elementos más sobresalientes son el robusto arco principal, la hornacina con la efigie de la Virgen y el escudo de la villa con el fresno, aquí acompañado del monograma del Ave María.
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La capilla del Pilar sufrió daños considerables en su decoración interior durante la última Guerra Civil. Como resultado, se tuvo que llevar a cabo una renovación del policromado de sus estucos en los años posteriores al conflicto. La fachada también ha experimentado deterioro a lo largo de varias guerras y con el paso del tiempo, pero a pesar de esto, todavía se mantiene como un ejemplo destacado de la característica portada-retablo aragonesa, que se distingue por su perfil curvo y su exquisita ornamentación.
Actualmente, la capilla del Pilar se utiliza para la celebración de la Misa dominical, mientras que la Iglesia parroquial, debido a su ubicación en la parte alta de la población y las dificultades de acceso, se reserva para ocasiones especiales y celebraciones de mayor relevancia. Esto refleja la importancia de la capilla del Pilar en la vida religiosa y comunitaria de La Fresneda.