Toda la región, incluyendo Lledó, descansa sobre terrenos compuestos de arcilla y caliza, intercalados con capas de arenisca. En el año 1915, la Font de la Vila, o Fuente del Pueblo, experimentó una adaptación importante para satisfacer las necesidades de la población, marcando un símbolo de modernidad y prosperidad en esa época. Aunque la estructura actual data de este año, es muy probable que la fuente ya se utilizara previamente.
La notable permeabilidad de las calizas y areniscas facilita la filtración subterránea de la lluvia, y con la ayuda de capas impermeables de arcilla, el agua fluye y emerge en esta fuente. Este valioso recurso subterráneo proviene de altitudes de entre 500 y 600 metros y finalmente llega a esta fuente a unos 420 metros sobre el nivel del mar. La precipitación promedio en esta zona oscila entre 400 y 500 litros por año.
Lledó está ligado al agua.
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El conjunto está delimitado por un muro de mampostería de forma circular, diseñado para evitar inundaciones en caso de riadas y prevenir la entrada de vegetación y lodo arrastrados por el barranco. En la pared se pueden apreciar argollas utilizadas para atar los animales cuando la cola de personas en busca de agua era larga. En la entrada de la fuente, se encuentra una pila de piedra que se llenaba de agua para abastecer a las caballerías, añadiendo un toque de historia y utilidad a este lugar emblemático.
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